14 de noviembre | Día Mundial de la Diabetes
- 4 nov 2024
El Día Mundial de la Diabetes, que se celebra cada 14 de noviembre, fue instituido en 1991 por la Federación Internacional de Diabetes (FID) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) como respuesta al incremento alarmante de los casos de diabetes a nivel mundial. Esta fecha se eligió en conmemoración del nacimiento de Frederick Banting, quien junto con Charles Best, aisló por primera vez la insulina secretada por el páncreas en 1921, una hormona crucial para el adecuado manejo de la glucosa en la sangre. Este descubrimiento revolucionaría el tratamiento de la diabetes.
Desde 2006, el Día Mundial de la Diabetes es reconocido oficialmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destacando la necesidad de concientizar a la población global sobre esta enfermedad crónica y las posibles complicaciones si no se maneja adecuadamente. Este día busca no solo recordar el impacto de la diabetes en la salud mundial, sino también fomentar la adopción de medidas de prevención, detección temprana y tratamiento adecuado para mejorar la vida de quienes la padecen.
¿Qué es la diabetes y cuáles son los tipos principales?
La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por niveles elevados de glucosa en la sangre, lo cual ocurre cuando el organismo no puede producir suficiente insulina o no la utiliza de manera eficaz. La insulina es una hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa obtenida de los alimentos ingrese a las células para ser utilizada como energía. Cuando la insulina no actúa correctamente, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo, lo que puede llevar a diversas complicaciones de salud. Es importante que conozcas cuáles son los principales tipos de diabetes de manera breve, para que puedas tener un panorama más amplio:
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Diabetes tipo 1: enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca y destruye las células beta del páncreas, responsables de producir insulina. Este tipo suele diagnosticarse en niños y adultos jóvenes, aunque puede desarrollarse a cualquier edad. Las personas con diabetes tipo 1 dependen de la administración diaria de insulina para sobrevivir.
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Diabetes tipo 2: es el tipo más común y está asociado con factores de riesgo como el sobrepeso u obesidad y la falta de actividad física. En esta forma de diabetes, el cuerpo no utiliza la insulina de manera eficaz, lo que se conoce como resistencia a la insulina.
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Diabetes gestacional: este tipo de diabetes se desarrolla durante el embarazo en mujeres que no tenían diabetes previamente. Aunque generalmente desaparece después del parto, aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro.
Factores de riesgo
La diabetes tipo 2 es una de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia en el mundo actual, afectando a millones de personas y creciendo a un ritmo alarmante. Al ser una condición en gran medida influenciada por el estilo de vida, los factores de riesgo juegan un papel fundamental tanto en la prevención como en la gestión de esta enfermedad.
Identificar y comprender estos factores puede ayudar a reducir la incidencia de la diabetes tipo 2, dado que muchos de ellos son modificables y, por lo tanto, pueden ser controlados a través de cambios en los hábitos.
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Obesidad: esta enfermedad se caracteriza por el aumento del tejido adiposo en el cuerpo, especialmente en el área abdominal, lo que incrementa la producción de sustancias inflamatorias y hormonas que interfieren con la acción de la insulina. Esto hace que las células necesiten más insulina para permitir la entrada de glucosa, lo que sobrecarga la actividad del páncreas. Con el tiempo, el páncreas puede no ser capaz de mantener la producción de insulina suficiente para compensar esta resistencia, lo que lleva a niveles elevados de glucosa en la sangre. Además, la obesidad está relacionada con otros factores de riesgo, como el aumento de lípidos en sangre y la presión arterial elevada, que también contribuyen a la aparición de diabetes tipo 2.
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Predisposición genética: las personas con familiares de primer grado (padres o hermanos) que padecen de diabetes tipo 2 presentan un riesgo mayor de desarrollar la enfermedad, dado que existe la posibilidad de que hereden una combinación de genes que influyen en la producción y uso de insulina. Sin embargo, esta predisposición genética no determina inevitablemente la aparición de la enfermedad.
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Inactividad física: reduce la capacidad del cuerpo para utilizar la insulina de manera eficiente.
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Alimentación: una dieta alta en grasas saturadas, azúcares y carbohidratos refinados contribuye al aumento de peso y a la acumulación de grasa abdominal, incrementando la resistencia a la insulina. Además, el consumo de alimentos procesados, con alto contenido de sodio y grasas trans, está vinculado a un mayor riesgo de síndrome metabólico, que es un conjunto de condiciones (como la hipertensión y la hipercolesterolemia) que aumentan el riesgo de diabetes tipo 2.
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Tabaquismo y consumo de alcohol: el consumo excesivo y regular de estas sustancias también se asocian con la diabetes tipo 2. La nicotina y otras sustancias químicas presentes en el tabaco afectan la forma en que el cuerpo procesa la insulina, mientras que el consumo elevado de alcohol aumenta el riesgo de obesidad y disfunción hepática, ambos relacionados con la diabetes.
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Distribución de la grasa corporal: la ubicación de la grasa en el cuerpo es otro factor crucial, particularmente la acumulación de grasa en el abdomen (grasa visceral). A diferencia de la grasa subcutánea, la grasa visceral rodea órganos importantes y libera ácidos grasos y moléculas inflamatorias directamente en el sistema portal, que transporta la sangre desde el intestino al hígado. Esto provoca inflamación y desregulación del metabolismo de la glucosa e insulina.
Personas con mayor circunferencia de cintura tienen un riesgo más alto de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellas con un índice de masa corporal similar, pero con una menor acumulación de grasa abdominal.
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Enfermedades preexistentes: condiciones como el síndrome metabólico, por ejemplo, agrupa factores de riesgo como la hipertensión, niveles altos de triglicéridos, colesterol bajo y resistencia a la insulina, todos los cuales están interrelacionados con el desarrollo de la diabetes tipo 2. Personas con hipertensión y dislipidemia (niveles anormales de colesterol y triglicéridos) suelen tener una resistencia a la insulina más pronunciada, aumentando así el riesgo. La combinación de estas condiciones genera un ambiente en el organismo que favorece la aparición de diabetes tipo 2, y aunque estas condiciones pueden ser tratadas, el riesgo acumulado sigue siendo considerable.
¿Cómo se puede prevenir la diabetes tipo 2?
Para prevenir la diabetes tipo 2, es esencial implementar cambios en el estilo de vida que ayuden a mejorar la sensibilidad a la insulina y a reducir los factores de riesgo relacionados.
Ejercicio regular: tiene un impacto positivo en la prevención de la diabetes tipo 2. Realizar ejercicio de intensidad moderada, como caminar rápidamente, nadar o andar en bicicleta, puede mejorar la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa de manera eficiente. La actividad física ayuda a reducir el peso corporal y, específicamente, la grasa abdominal, que es un factor de riesgo clave. Además, la actividad física incrementa la sensibilidad a la insulina, lo que permite un mejor control de los niveles de glucosa en sangre.
Dieta equilibrada: consumir frecuentemente frutas, verduras, granos enteros, frutos secos y grasas saludables, como el aceite de oliva, puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Evitar las bebidas azucaradas y los carbohidratos refinados ayuda a prevenir el aumento de peso y el incremento de la glucosa en sangre.
Mantener un peso saludable: disminuye la carga sobre el páncreas y mejora la acción de la insulina en el cuerpo. La pérdida de peso, incluso en pequeñas cantidades (5-10% del peso corporal inicial), puede reducir significativamente el riesgo de progresión de la prediabetes a la diabetes.
Mejora la calidad del sueño: el estrés crónico y la falta de sueño se han asociado con un aumento en los niveles de glucosa y resistencia a la insulina. El sueño de calidad y la reducción del estrés pueden mejorar la función metabólica y reducir la probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Además, el estrés puede llevar a comportamientos no saludables, como comer en exceso y optar por alimentos poco saludables.
Evitar el tabaco y el alcohol: fumar no solo aumenta el riesgo de diabetes, sino también de otras complicaciones de salud. Dejar de fumar contribuye a reducir la acumulación de grasa abdominal y mejora la salud cardiovascular. Asimismo, es recomendable moderar el consumo de alcohol, ya que el abuso de este se asocia con resistencia a la insulina y problemas hepáticos, que pueden empeorar el riesgo de diabetes.
La prevención de la diabetes tipo 2 es posible mediante una serie de cambios en el estilo de vida que abordan los factores de riesgo principales. Mantener un peso saludable, seguir una dieta equilibrada, realizar actividad física regularmente y reducir hábitos perjudiciales como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol son estrategias clave para reducir la probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Además, manejar el estrés y asegurar una buena calidad de sueño fortalece el control de la glucosa en sangre y mejora la sensibilidad a la insulina. Estos ajustes, aunque parezcan simples, pueden tener un impacto profundo en la salud a largo plazo, ayudando no sólo a prevenir la diabetes tipo 2, sino también a mejorar la calidad de vida en general.
Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez
Ced. Prof. 13591084
Escuela Superior de Medicina, I.P.N.
Revisado/Modificado: noviembre 2024
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