Miomatosis uterina
- 12 abr 2024
El útero es un órgano del sistema reproductor femenino, su principal función es permitir el desarrollo del feto durante el embarazo. Anatómicamente se divide en tres partes: cuello, istmo y cuerpo.
Su composición se divide en tres capas:
- Mucosa o endometrio
- Muscular o miometrio
- Serosa o perimetrio
Los miomas uterinos, también llamados leiomiomas o fibromas uterinos, son tumores benignos (no cancerosos) localizados en el músculo liso (tejido muscular que se contrae automáticamente) del útero. Generalmente surgen de en el miometrio. Y al inicio, no provocan síntomas. Los miomas varían en cantidad y tamaño y se pueden clasificar por su ubicación en:
- Subserosos, ubicados bajo el revestimiento externo del útero.
- Intramurales, ubicados dentro del músculo uterino.
- Submucosos, ubicados bajo el revestimiento del útero.
Mientras que por su forma se puede clasificar en:
- Pediculado: está conectado por un “tallo” al útero, es decir sobresale del tejido.
- Sésiles: está incrustado en el tejido circundante en el miometrio.
También pueden aparecer en los ligamentos anchos (estructuras que sostienen el útero en su lugar), el cuello uterino, o las trompas de Falopio. Los estrógenos, hormonas sexuales femeninas, estimulan su crecimiento. Estos permiten que los miomas varíen en su tamaño durante la vida reproductiva y reduciéndose tras la menopausia (fin de la menstruación).
Epidemiología en México
En México, el sangrado anormal en mujeres en edad reproductiva tiene una prevalencia del 11 al 15% en no embarazadas. En donde el 30% de morbilidad de los casos es por miomas. El 70% de las mujeres de 45 años comienzan a desarrollar miomas muy pequeños.
La mayoría de las mujeres con miomas uterinos son asintomáticas. Aproximadamente el 30% al 50% de las mujeres premenopáusicas que no tenían un diagnóstico previo muestran evidencia ecográfica de miomas uterinos.
La gran cantidad de fibromas no descubiertos crea un fuerte sesgo en los datos epidemiológicos y en la evidencia sobre los factores de riesgo asociados.
Causas
Se cree que los miomas uterinos pueden originarse a partir de una célula madre en el tejido muscular liso del útero, la cual se divide repetidamente hasta formar una masa distinta del tejido circundante.
Los patrones de crecimiento de los fibromas pueden variar, desde un crecimiento lento hasta mantenerse del mismo tamaño. Algunos miomas pueden experimentar periodos de crecimiento acelerado, mientras que otros pueden reducirse por sí solos.
Es importante destacar que los miomas que se desarrollan durante el embarazo pueden disminuir o desaparecer después del parto, ya que el útero vuelve a su tamaño habitual.
Sin embargo, aún no se sabe con exactitud cómo se desarrollan los miomas, pero se cree que algunas de las causas pueden ser las siguientes:
- Cambios genéticos: muchos fibromas presentan cambios en los genes que difieren de los de las células típicas del músculo uterino.
- Hormonas: la producción elevada de hormonas como el estrógeno y la progesterona, responsables del engrosamiento del tejido que recubre el interior del útero durante cada ciclo menstrual, también parecen contribuir al crecimiento de los miomas.
- Factores de crecimiento: sustancias como la insulina pueden influir en el crecimiento.
- Matriz extracelular: actúa como el “cemento” entre las células, aumenta en los fibromas y los hace fibrosos. Además, la matriz extracelular almacena factores de crecimiento y provoca cambios biológicos en las células.
Factores de riesgo
Existen factores de riesgo asociados al desarrollo de miomas uterinos, entre los que se encuentran:
- Edad, el riesgo aumenta con la edad, y al llegar a los 50 años, el pico de probabilidad disminuye.
- Raza, las mujeres afrodescendientes tienen mayor probabilidad de desarrollar miomas, ya que presentan 268 genes de los 1470 existentes relacionados a este padecimiento
- Factores genéticos: antecedentes familiares de primer grado con presencia de miomatosis uterina.
- Dieta con alto contenido de carnes rojas y baja en verduras y frutas
- Consumo de alcohol
- Deficiencia de vitamina D
- Nuliparidad, no haber dado a luz un hijo
- Hipertensión arterial
- Diabetes
- Otros factores: menarquia, inicio de la menstruación, antes de los 10 años.
- Obesidad y sedentarismo
¿Cómo se detecta?
Para el diagnóstico de miomas uterinos, el médico especialista debe evaluar la historia clínica y posteriormente realizar un examen clínico.
La palpación abdominal es una herramienta básica en la exploración médica. Esta permite detectar miomas subserosos e intramurales, los cuales suelen presentarse como un útero agrandado, consistencia elástica dura y generalmente sin dolor. También puede realizarse un examen pélvico intravaginal que puede permitir visualizar miomas cervicales.
Existen varios estudios de gabinete que pueden apoyar al médico especialista en el diagnóstico y valoración del tratamiento adecuado. Entre los cuales se encuentran:
- Ultrasonido ginecológico: a través de esta técnica, es posible detectar áreas de "sombra" acústica en medio del tejido muscular uterino normal, así como deformaciones en la línea endometrial. También pueden observarse zonas hiperecogénicas (áreas dentro de una imagen de ultrasonido que aparecen más brillantes que el tejido circundante) que sugieren la presencia de miomas degenerados.
- Ultrasonido transvaginal: permite identificar miomas calcificados y grandes, aunque puede resultar complicado distinguir los miomas submucosos pequeños del tejido endometrial circundante.
- Tomografía de abdomen inferior: permite observar de forma detallada cualquier anomalía en la zona del abdomen inferior, entre ellas el útero. Puede detectar miomas de gran tamaño o aquellos que causan deformación del contorno uterino. Es auxiliar para la planificación prequirúrgica.
- Resonancia magnética de pelvis (RM de pelvis): da una visión completa del número y ubicación de los miomas. Se utiliza especialmente en pacientes que desean preservar la fertilidad y que requieren miomectomía o embolización de las arterias uterinas, lo que permite una planificación quirúrgica más precisa. La RM ofrece una visualización mejorada de los miomas en casos donde la ecografía no proporciona una imagen clara o cuando hay más de cinco miomas presentes. Además, esta técnica facilita el diagnóstico diferencial entre miomas, adenomatosis, leiomiosarcoma y masas anexiales. Puede necesitar contraste dependiendo de la solicitud del especialista.
¿Cuáles son sus complicaciones?
Los miomas uterinos pueden ocasionar diversas complicaciones como:
- Sangrado abundante, en especial en los miomas intramurales.
- Cambios en la cavidad uterina, en los miomas submucosos y los intracavitarios, que sobresalen hacia el interior de la cavidad uterina, alteran la superficie del útero y su mucosa. Estos cambios también pueden provocar infertilidad al bloquear las trompas de Falopio o dificultar la implantación del embarazo, lo que afecta la capacidad de concebir o aumenta el riesgo de aborto espontáneo.
- Dolor y presión, los miomas grandes pueden generar dolor, presión o una sensación de pesadez en la región pélvica durante los períodos menstruales o entre ellos.
- Síntomas urinarios e intestinales, la presencia de miomas puede presionar la vejiga, aumentando la necesidad de orinar o bloqueando el flujo de orina. También pueden presionar el recto, causando molestias y estreñimiento.
- Torsión y degeneración, un mioma que crece en un pedículo puede torcerse, cortando su propio suministro de sangre y causando un dolor intenso.
- En mujeres embarazadas puede provocar un parto prematuro (pretérmino), posicionamiento anormal del bebe antes del parto y pérdida excesiva de sangre después de dar a luz (hemorragia posparto).
Los miomas uterinos son neoformaciones que, de acuerdo con su localización, pueden generar múltiples complicaciones, entre ellas se encuentra la infertilidad en mujeres jóvenes, mientras que, en aquellas mayores de 45 años, puede generar sangrado abundante anormal y dolor pélvico, lo que afecta la calidad de vida. Por este motivo, es fundamental cuidar la salud para prevenir la aparición de miomas uterinos, es recomendable realizar pruebas de monitoreo regulares para detectar cualquier anomalía a tiempo y tomar medidas preventivas.
Por eso es importante mantener un estilo de vida saludable, que incluya una dieta balanceada, ejercicio regular y manejo adecuado del estrés. Además, es crucial no descuidar las visitas médicas de rutina y seguir las recomendaciones de tu médico en cuanto a pruebas de detección y monitoreo.
Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez
Ced. Prof. 13591084
Escuela Superior de Medicina, I.P.N.
Revisado/modificado: abril 2024
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