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¿Qué es el glaucoma?

Es la imagen de un hombre al que le están revisando los ojos con una linterna especial. El médico tiene una bata blanca y el paciente esta mirando hacia arriba.

Los ojos son órganos complejos y especializados, responsables de la visión. Se localizan en las cavidades orbitarias. Anatómicamente, se pueden dividir en varias estructuras principales: la córnea, el iris, el cristalino, la retina, el nervio óptico y el cuerpo vítreo. 

La retina es una capa de tejido en la parte posterior del ojo que convierte la luz en señales nerviosas, que se envían al cerebro a través del nervio óptico para interpretarse como imágenes. 

En una condición de salud normal, las células que perciben la luz, llamadas fotorreceptores, y los vasos sanguíneos de la retina están intactas, y la papila óptica, que es el punto de entrada del nervio óptico al ojo, no presenta daño ni excavación. Esta estructura permite un flujo de información visual sin interrupciones, esencial para una visión clara y sin defectos.

El glaucoma, es una enfermedad degenerativa del nervio óptico, afecta directamente a las células fotorreceptoras (células sensibles a la luz) y sus axones (neuronas o células nerviosas), causando una pérdida progresiva de la visión. La remodelación del tejido conectivo (tejido que protege, sostiene y da estructura) del disco óptico (primera parte del nervio óptico) y la pérdida de tejido nervioso, llevan al desarrollo de diversos patrones de disfunción visual. Desde una perspectiva fisiopatológica y terapéutica, la presión intraocular (PIO) es el principal factor de riesgo modificable para esta condición. La progresión del glaucoma se detiene generalmente si la PIO se reduce en un 30-50% respecto a los niveles iniciales.

La característica principal del glaucoma es el ahuecamiento o excavación del nervio óptico, observable a través de un examen oftalmológico. Aunque el tratamiento puede retrasar la progresión del glaucoma, la enfermedad no tiene cura, y es fundamental comprender cómo puede ser influenciada por otras condiciones sistémicas, como la presión intraocular elevada. 

Clasificación del glaucoma

El glaucoma puede ser difícil de detectar en sus etapas iniciales, especialmente porque los síntomas suelen aparecer solo cuando la enfermedad ya ha avanzado. Existen dos tipos de glaucoma, y cada uno se presenta de manera distinta.

  1. Glaucoma de cierre angular agudo: es una emergencia médica y se manifiesta de manera muy evidente. Las personas con esta condición pueden experimentar un dolor intenso que se origina en el ojo y se irradia hacia otras áreas de la cabeza. La visión puede deteriorarse rápidamente, y el ojo puede enrojecerse (hiperemia conjuntival). El ojo afectado se siente muy tenso y duro, como una piedra, lo que indica que la presión dentro del ojo ha aumentado peligrosamente. 

  2. Glaucoma de ángulo abierto: es más común, aunque no presenta síntomas evidentes en sus etapas iniciales. La enfermedad progresa lentamente y las personas a menudo no se dan cuenta de que la padecen hasta que ha avanzado significativamente. Los defectos en la visión que provoca suelen afectar diferentes partes del campo visual en cada ojo. Debido a que los ojos trabajan juntos (visión binocular), estas áreas de pérdida de visión se compensan, y la persona no percibe los cambios hasta que el daño es considerable. De hecho, se estima que un tercio de las personas con glaucoma de ángulo abierto no se dan cuenta de que tienen la enfermedad hasta que ya está en una fase avanzada en al menos un ojo.

Epidemiología

A nivel global, la prevalencia del glaucoma varía significativamente según la etnia y la región. Se estima que 57,5 millones de personas en todo el mundo están afectadas por el glaucoma primario de ángulo abierto (GPAA), con una prevalencia global del 2,2%.  

 

Se predice que el número de personas de 40 a 80 años con glaucoma aumentará de 76 millones en 2020 a 111,8 millones en 2040. Este aumento se atribuirá principalmente a Asia y África, con un aumento del 130,8% en los casos de glaucoma en África durante este período. En los EE. UU., se estima que habrá alrededor de 254.047 casos de glaucoma en el estado de Georgia entre personas de 40 años o más para el año 2050. 


En México, se estima que el 4% de la población padece glaucoma, una enfermedad que a menudo pasa desapercibida, ya que la mitad de las personas que la padecen desconocen su condición debido a la falta de síntomas visibles. Este padecimiento es una de las principales causas de pérdida de visión a nivel mundial, ocupando el primer lugar entre las causas de ceguera irreversible.


Cada año, la Clínica de Glaucoma del Hospital General de México (HGM) diagnostica aproximadamente 1,500 nuevos casos. Esta cifra subraya la importancia de la detección temprana y el tratamiento oportuno para prevenir la progresión de la enfermedad. El glaucoma de ángulo abierto es la forma más común de la enfermedad en México, afectando predominantemente a hombres. El glaucoma de ángulo cerrado, aunque menos común, es una condición más aguda que requiere atención inmediata.

Fisiopatología

El glaucoma se desarrolla cuando el nervio óptico, encargado de transmitir las señales visuales desde el ojo hasta el cerebro, sufre un daño progresivo. A medida que este nervio se deteriora, comienzan a aparecer puntos ciegos en el campo visual del paciente. 

Aunque las causas exactas de este daño no se comprenden completamente, se ha observado que está estrechamente relacionado con un aumento de la presión dentro del ojo. Esta presión elevada, conocida como presión intraocular, ocurre debido a la acumulación de humor acuoso, el líquido que circula por el interior del ojo. 

Normalmente, este humor acuoso se drena a través de un tejido especializado llamado malla trabecular, ubicado en el ángulo donde se unen el iris (tejido que le da color a los ojos) y la córnea (parte transparente del ojo). La córnea, que permite el paso de la luz hacia el interior del ojo, juega un papel crucial en la visión.

Cuando el ojo produce demasiado humor acuoso o cuando el sistema de drenaje a través de la malla trabecular no funciona correctamente, el líquido se acumula. Esta acumulación eleva la presión intraocular, lo que puede dañar el nervio óptico y, con el tiempo, llevar al desarrollo del glaucoma.

Por lo tanto, el mal funcionamiento en la producción y drenaje del humor acuoso y el consecuente aumento de la presión ocular son las principales causas que contribuyen al desarrollo del glaucoma.

Factores de riesgo

El desarrollo del glaucoma está asociado con varios factores de riesgo que pueden aumentar significativamente la probabilidad de padecer esta enfermedad. Los principales factores de riesgo incluyen:

  • Mayores de 40 años: a medida que las personas envejecen, el riesgo de desarrollar glaucoma aumenta. Esto se debe a cambios naturales en la estructura y función del ojo que ocurren con el envejecimiento.

  • Presión intraocular elevada: puede dañar el nervio óptico, lo que lleva a la pérdida de visión progresiva.

  • Miopía elevada: la estructura particular de los ojos miopes, pueden predisponerlos a un aumento de la presión intraocular y otros cambios estructurales.

  • Historia familiar de glaucoma: tener familiares de primer grado (padres o hermanos) con glaucoma aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad entre un 4% y un 16%. Esto subraya la importancia de conocer el historial médico familiar y someterse a evaluaciones oftalmológicas regulares.

  • Ascendencia africana y/o asiática


Estudios recientes sugieren que, en la mayoría de los individuos, el pico de la presión intraocular es de madrugada, lo que puede no detectarse en exámenes de rutina realizados en otros momentos del día. Conociendo estos factores de riesgo, es esencial para las personas en grupos someterse a exámenes regulares para detectar temprano y manejar el glaucoma, para prevenir la progresión de la enfermedad y preservar la visión.

¿Cómo se detecta?

El diagnóstico del glaucoma requiere un examen ocular completo, ya que una prueba que únicamente mida la presión ocular no es suficiente para detectarlo de manera exacta. Un diagnóstico correcto del glaucoma implica varias evaluaciones realizadas por un oftalmólogo, quienes utilizan diversas técnicas para determinar la presencia de la enfermedad y evaluar su progresión.

Durante un examen de glaucoma, su oftalmólogo llevará a cabo los siguientes pasos:

  • Tonometría: medición de la presión ocular

  • Evaluación del ángulo de drenaje del ojo: se revisará el ángulo donde se une el iris con la córnea, conocido como el ángulo de drenaje, para asegurarse de que el humor acuoso pueda fluir correctamente.

  • Examen del nervio óptico: el oftalmólogo examinará el nervio óptico para detectar signos de daño. Prueba de visión periférica (lateral): se realizará una prueba para evaluar la visión periférica del paciente, ya que el glaucoma a menudo afecta la visión lateral en sus etapas iniciales.

  • Imagen o medición por computadora del nervio óptico: se tomará una imagen o medición del nervio óptico para obtener una evaluación detallada de su estado.

  • Medición del espesor de la córnea: este factor puede influir en la precisión de las mediciones de la presión intraocular y, por lo tanto, en el diagnóstico del glaucoma.

Un examen ocular completo que incluya todos estos procedimientos es la única manera segura de diagnosticar el glaucoma y comenzar un tratamiento adecuado para prevenir la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión.

Complicaciones

Si el glaucoma no se trata adecuadamente, puede llevar a varias complicaciones graves, la más significativa de las cuales es la pérdida permanente de la visión. A continuación, se detallan las principales complicaciones del glaucoma cuando no se maneja correctamente:

 

  • Pérdida progresiva de la visión y ceguera en su etapa avanzada. Es la segunda causa de ceguera a nivel mundial.

  • Calidad de vida reducida, ya que limita la capacidad de realizar actividades cotidianas. 

  • Dificultades en la movilidad: la pérdida de la visión periférica, que es común en las etapas iniciales del glaucoma, puede dificultar la navegación en espacios, aumentando el riesgo de caídas y accidentes.

  • Impacto en la salud mental: la del glaucoma puede llevar a ansiedad, depresión, y aislamiento social, especialmente en personas mayores que ya pueden estar lidiando con otras condiciones de salud.

El glaucoma es una enfermedad que puede causar pérdida de visión permanente si no se detecta y trata a tiempo. Aunque no se puede prevenir completamente, existen varias medidas que puedes tomar para reducir el riesgo de desarrollarlo o para controlar su progreso si ya lo tienes. Estas estrategias son:

 

  • Exámenes oculares regulares: la Academia Estadounidense de Oftalmología recomienda las siguientes frecuencias para los exámenes de la vista:

  • Cada 5 a 10 años si tienes menos de 40 años.

  • Cada 2 a 4 años si tienes entre 40 y 54 años.

  • Cada 1 a 3 años si tienes entre 55 y 64 años.

  • Cada 1 a 2 años si tienes más de 65 años.

  • Si tienes un mayor riesgo de glaucoma, como un historial familiar de la enfermedad, es importante que te hagas exámenes con más frecuencia. Consulta con tu médico para determinar el mejor plan de exámenes para ti.

  • Conoce el historial médico ocular de tu familia: te ayudará a tomar las precauciones necesarias, como realizarte exámenes de detección con mayor frecuencia.

  • Protege tus ojos de lesiones: usa protección ocular adecuada cuando trabajes con herramientas eléctricas, realices trabajos de construcción, o practiques deportes de contacto. Esto puede ayudar a prevenir daños oculares que podrían desencadenar la enfermedad.

  • Usa los colirios recetados regularmente: si ya te han recetado gotas para los ojos debido a una presión ocular alta, es crucial que las uses tal como te lo indicó tu médico, incluso si no tienes síntomas. 


Siguiendo estas medidas preventivas, puedes detectar el glaucoma en sus primeras etapas o controlar su progresión si ya te han diagnosticado. La clave está en la detección temprana y en el cuidado continuo de la salud de tus ojos.


Además, llevar una alimentación equilibrada y rica en nutrientes esenciales para la salud ocular, como las vitaminas A, C y E, junto con el cuidado general de la salud, puede contribuir a mantener una buena visión y reducir el riesgo de desarrollar glaucoma. Para quienes ya han sido diagnosticados, seguir el tratamiento prescrito y asistir a revisiones periódicas es vital para controlar la enfermedad y evitar complicaciones graves como la ceguera.


Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez
Ced. Prof. 13591084
Escuela Superior de Medicina, I.P.N. 
Revisado/Modificado: agosto 2024

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