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Ashwagandha | Beneficios y propiedades

Orígenes del Ashwagandha

Desde hace miles de años, en los rincones más cálidos y secos de la India, crece una planta que ha sido considerada un verdadero tesoro natural: la ashwagandha. Aunque su nombre puede sonar extraño, esta hierba ha sido usada por generaciones como un remedio para fortalecer el cuerpo, calmar la mente y recuperar el equilibrio interior.   

A simple vista, la ashwagandha es un arbusto pequeño con hojas verdes todo el año, raíces gruesas y unos frutos rojos que parecen cerezas. Pero lo más valioso está oculto bajo tierra. Su raíz tiene un aroma intenso de ahí su nombre en sánscrito, que significa “olor a caballo”y se cree que su consumo aporta fuerza y vitalidad, como la de ese animal. Por eso también la llaman “ginseng indio”, aunque en realidad no está relacionada con el ginseng tradicional.

Durante siglos, las comunidades de la India han aprovechado distintas partes de la planta: raíces para preparar tónicos, hojas para aliviar molestias en la piel, y hasta sus semillas para usos en la cocina. Con el paso del tiempo, su uso se ha extendido a otras partes del mundo, incluida la medicina alternativa en Occidente. Hoy en día, se puede encontrar en cápsulas, tés, polvos y extractos, y es muy buscada por quienes quieren mejorar su bienestar de forma natural. 

Beneficios y propiedades

La ashwagandha se ha ganado el apodo de “planta antiestrés” por una buena razón. Su efecto más conocido es el de ayudar al cuerpo a adaptarse a situaciones difíciles, tanto físicas como emocionales. Por este motivo, se conoce como adaptógeno, lo que significa que puede apoyar al organismo a enfrentar estrés, cansancio o ansiedad. Estudios recientes han mostrado que quienes la consumen con regularidad tienden a tener niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés. Además, muchas personas reportan sentirse más tranquilas, con mejor estado de ánimo y menos agotadas al final del día. 

Uno de sus beneficios más valorados en la vida moderna es su efecto sobre el sueño. En pruebas científicas, se observó que el consumo de ashwagandha durante varias semanas ayudó a personas con insomnio a dormir más profundamente y despertarse menos durante la noche. También se encontró que quienes la tomaban se sentían más despejados al levantarse, lo cual es una gran ventaja para comenzar bien el día. 

Pero los efectos de esta planta no terminan ahí. Se ha investigado su capacidad para mejorar funciones mentales como la memoria, la concentración y el aprendizaje. Esto se debe a que sus compuestos activos llamados withanólidos ayudan a proteger las neuronas del desgaste provocado por el estrés y la inflamación, funcionando como una especie de escudo natural para el cerebro. 

En cuanto al sistema inmunológico, la ashwagandha también tiene mucho que ofrecer. Hay evidencia de que puede reforzar las defensas del cuerpo, haciéndolo más resistente ante infecciones. No es casualidad que en la medicina tradicional se haya usado por siglos para recuperar la energía tras una enfermedad, o como apoyo en personas mayores que buscan sentirse más fuertes.

Otro de sus campos prometedores es el de la inflamación y el desarrollo de células anormales. En estudios de laboratorio, ha mostrado potencial para ayudar a reducir procesos inflamatorios intensos y se ha investigado su posible utilidad en enfermedades como el cáncer o ciertos problemas neurológicos. Aunque esto aún se encuentra en fase de estudio, los resultados preliminares han llamado la atención de muchos investigadores.

Finalmente, también se ha observado que esta planta puede ayudar a equilibrar la glucosa (azúcar) en sangre y la función de la glándula tiroides. Eso sí, si alguien toma medicamentos para la diabetes, problemas hormonales o presión arterial, es muy importante hablar antes con un profesional de salud, ya que la ashwagandha podría alterar el efecto de algunos fármacos.

3 formas de preparar la ashwagandha

  1. Infusión o té de raíz seca

    Una manera clásica de disfrutar los beneficios de la ashwagandha es en forma de infusión. Para prepararla, basta con hervir una cucharadita de raíz triturada en una taza de agua durante unos 10 a 15 minutos.

    Este método ha sido utilizado por generaciones como una forma natural de relajar el cuerpo y calmar la mente, especialmente al final del día. Sin embargo, al prepararla de esta manera, no es posible controlar con exactitud la dosis que se está consumiendo, lo que podría generar efectos no deseados si se toma con demasiada frecuencia o en grandes cantidades. Además, como el sabor de la raíz puede resultar amargo o terroso, muchas personas prefieren añadir especias como canela, jengibre o cardamomo para suavizarlo y hacerlo más agradable al paladar.
  2. Polvo de raíz mezclado con alimentos

    El polvo de ashwagandha es muy versátil y fácil de incorporar a la rutina diaria. Se puede mezclar con leche caliente, jugos naturales, yogurt o batidos. Algunas personas también lo agregan a preparaciones como la avena del desayuno. 

    Es una opción ideal para quienes prefieren un enfoque más natural y casero. Lo recomendable es comenzar con pequeñas cantidades como media cucharadita al día e ir ajustando según la tolerancia del cuerpo. Esta presentación permite integrar de forma práctica a la alimentación sin cambiar demasiado los hábitos. 
  3. Cápsulas o tabletas estandarizadas

    Para quienes prefieren una opción rápida, existen suplementos en cápsulas o tabletas. Estas versiones suelen contener una dosis específica del extracto activo de la planta, lo que facilita su uso en personas con un estilo de vida acelerado o que buscan mantener una rutina constante. Como siempre, es importante seguir las indicaciones del envase y de un profesional de salud.

La ashwagandha ha pasado de ser una planta ancestral usada en la medicina tradicional a convertirse en un apoyo natural cada vez más valorado en el mundo moderno. Ya sea para calmar la mente, dormir mejor, fortalecer el cuerpo o concentrarse más, muchas personas han encontrado en ella un complemento útil para su salud diaria.Eso sí, como todo lo que tiene efecto en el organismo, debe usarse con sentido común. Aunque es natural, no es inocua, y puede interactuar con ciertos medicamentos o no ser recomendable en algunas etapas de la vida. Por eso, antes de empezar a tomarla, lo mejor es contar con la orientación de un profesional de salud, sobre todo si ya se está en tratamiento médico o si existen condiciones específicas.

Cuando se usa de forma informada, la ashwagandha puede ser una gran aliada para cuidar cuerpo y mente de manera integral. A veces, volver a lo natural con conocimiento y responsabilidad es también un paso hacia una vida más equilibrada.

 

Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez

          Ced. Prof. 13591084

          Escuela Superior de Medicina, I.P.N. 

Revisado/Modificado: mayo 2025

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