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Rubéola | ¿Qué es y cómo se diagnóstica?

Es la fotografía de un niño acostado en la cama con las mejillas con ronchitasy en los hombros también.

La rubéola, también conocida como sarampión alemán, es una infección viral causada por un virus del género Rubivirus, que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. Su curso suele ser leve, con fiebre baja, inflamación de ganglios y una erupción cutánea que se inicia en la cara y se extiende por el cuerpo.

Lo que la hace particularmente relevante es su impacto durante el embarazo. Cuando una mujer embarazada contrae la infección, sobre todo en las primeras semanas de gestación, el virus puede atravesar la placenta y dañar al feto, provocando abortos espontáneos o malformaciones congénitas graves. Esta afección se conoce como síndrome de rubéola congénita y puede afectar el corazón, los ojos, el sistema nervioso central y la audición.

El Virus de la Rubéola se propaga con facilidad por el aire mediante pequeñas gotículas expulsadas al toser o estornudar. También puede transmitirse por contacto directo con objetos contaminados con secreciones respiratorias. Gracias a su naturaleza altamente contagiosa, basta un breve contacto con una persona infectada para facilitar su transmisión.

Periodo de incubación y formas de transmisión

Una vez que ocurre la exposición al virus, este permanece incubando entre 14 y 21 días antes de manifestar síntomas. A pesar de no presentar signos visibles durante este periodo, la persona ya puede estar diseminando el virus. De hecho, la etapa de mayor riesgo de contagio abarca desde aproximadamente siete días antes del inicio del exantema (erupción cutánea caracterizada por manchas rojas o puntiformes) hasta una semana después de su aparición.

El modo principal de transmisión es a través del aire, lo que convierte a los espacios cerrados en zonas propicias para la propagación. Además, objetos como utensilios, vasos o pañuelos que han estado en contacto con secreciones de una persona enferma pueden actuar como vehículos del virus. En el caso de los recién nacidos con síndrome de rubéola congénita, la eliminación del virus puede prolongarse por meses, aumentando el riesgo de contagio a quienes los rodean.

Epidemiología en México

En México, la historia reciente muestra un importante descenso en los casos de rubéola. Este logro se atribuye, en gran medida, a la inclusión de la vacuna triple viral que protege contra sarampión, parotiditis y rubéola en los programas nacionales de vacunación. Su aplicación sistemática ha logrado reducir la circulación del virus hasta niveles casi inexistentes.

Entre 2019 y 2023, no se confirmaron casos de rubéola, según el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica. Aunque se reportaron casos sospechosos, todos fueron descartados por pruebas de laboratorio. 

En lo que va de 2025, se han registrado 11 brotes definidos como agrupaciones de tres o más casos relacionados y el 93 % de los contagios reportados (820 de 884) han estado vinculados a estos eventos. En contraste, en 2024 se contabilizaron 16 brotes, pero solo el 69 % de los casos (198 de 285) se relacionaron directamente con un brote.

No obstante, la vigilancia continúa siendo esencial, ya que los casos importados pueden reintroducir el virus, sobre todo en grupos no inmunizados o con inmunidad incompleta.

Diagnóstico

Identificar la rubéola puede ser complicado, especialmente en presencia de cuadros leves o pacientes asintomáticos. Por ello, el diagnóstico clínico se basa en una combinación de síntomas: inflamación de ganglios (especialmente retroauriculares y cervicales), fiebre leve y erupciones cutáneas que inician en la cara.

Cuando existe sospecha, particularmente en mujeres embarazadas o en situaciones de vigilancia epidemiológica, se recurre a pruebas de laboratorio. Una de las herramientas más utilizadas es la detección de anticuerpos IgM específicos contra el virus. Su presencia sugiere una infección reciente. También puede medirse IgG, útil para determinar inmunidad adquirida por infección previa o vacunación.

Otra técnica diagnóstica es la prueba PCR, que permite identificar el material genético del virus en muestras respiratorias o de orina. Este método es fundamental en brotes, estudios de contacto y confirmación de casos congénitos.

En situaciones relacionadas con el síndrome de rubéola congénita, el diagnóstico puede incluir una batería de pruebas tanto en el recién nacido como en la madre, evaluando además posibles secuelas como alteraciones auditivas, visuales, cardíacas o neurológicas.

Complicaciones

En la mayoría de los casos, la rubéola se resuelve sin mayores consecuencias. Sin embargo, existen complicaciones que pueden surgir dependiendo de la edad, el estado inmunológico y el contexto del paciente. En adultos jóvenes, especialmente en mujeres, es frecuente la aparición de artritis transitoria, con inflamación dolorosa en muñecas, dedos y rodillas.

Menos comúnmente, pueden aparecer otras complicaciones como otitis media, púrpura trombocitopénica o incluso encefalitis. Esta última, aunque infrecuente, puede poner en riesgo la vida del paciente si no se detecta y trata oportunamente.

El cuadro más severo se da en mujeres embarazadas infectadas en las primeras semanas de gestación. El síndrome de rubéola congénita puede incluir una serie de malformaciones como sordera neurosensorial, cataratas congénitas, defectos cardiacos, microcefalia y, en algunos casos, trastornos endocrinos como diabetes tipo 1. Estas alteraciones suelen requerir atención médica prolongada y especializada a lo largo de toda la vida del paciente.

Prevención

Las estrategias de prevención han permitido reducir de forma notable la incidencia de la rubéola en gran parte del mundo. Una de las más eficaces ha sido la incorporación de la vacuna triple viral en los calendarios de inmunización infantil. Esta vacuna, basada en virus vivos atenuados, ha demostrado una alta eficacia en la creación de inmunidad duradera.

La prevención también incluye medidas complementarias como la identificación de personas susceptibles en edad fértil, especialmente mujeres, y el seguimiento de contactos ante casos sospechosos. En situaciones puntuales, como personas inmunocomprometidas o embarazadas sin inmunidad confirmada, puede considerarse el uso de inmunoglobulina como medida de protección pasiva.

La vigilancia epidemiológica ha sido clave para mantener el control de esta enfermedad. Detectar oportunamente casos importados y fortalecer la respuesta ante brotes ayuda a proteger a quienes aún no cuentan con inmunidad y previene reintroducciones en regiones donde la enfermedad ya había sido eliminada.

Aunque la rubéola es percibida como una infección leve, sus implicaciones pueden ser profundas, sobre todo cuando afecta al feto en desarrollo. La experiencia acumulada en salud pública ha permitido establecer mecanismos efectivos de control, pero el riesgo persiste en un mundo interconectado, donde los desplazamientos pueden facilitar la reaparición del virus.

Comprender la enfermedad, saber cómo se transmite y reconocer su sintomatología permite tomar decisiones informadas. La ciencia médica continúa trabajando para asegurar entornos más seguros, pero cada persona también puede contribuir desde su contexto, ya sea a través de la información, el seguimiento médico o el acceso a servicios de salud confiables.

 

Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez

          Ced. Prof. 13591084

          Escuela Superior de Medicina, I.P.N. 

Revisado/Modificado: mayo 2025

Referencias bibliográficas 

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