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Ébola: diagnóstico y diferencias con otras fiebres hemorrágicas

¿Qué es el ébola?

Conocida por su agresiva evolución y alta letalidad, esta infección viral forma parte de un grupo más amplio de enfermedades llamadas fiebres hemorrágicas virales, al que también pertenecen el dengue y el zika. Aunque comparten algunas características clínicas, el ébola se distingue por su forma de transmisión y su severidad.

A diferencia del dengue o el zika, que se transmiten por picaduras de mosquito, el Virus del Ébola se contagia a través del contacto directo con fluidos corporales de personas infectadas, tanto vivas como fallecidas. Esto lo convierte en una amenaza especialmente peligrosa en contextos con sistemas de salud frágiles o durante brotes epidémicos. El virus más frecuente en los brotes humanos es el Zaire ebolavirus, que ha causado epidemias devastadoras, como la de África Occidental en 2014, con más de 11,000 muertes y cerca de 29,000 casos confirmados.

La propagación del virus ocurre cuando una persona entra en contacto con sangre, saliva, vómito, orina, heces, semen u otros fluidos contaminados. También se han registrado contagios indirectos por superficies u objetos contaminados y durante rituales funerarios en zonas sin medidas sanitarias adecuadas. Si bien no se transmite por aire, su capacidad de diseminarse rápidamente exige intervenciones urgentes desde los primeros casos.

Epidemiología en México

Hasta la fecha, México no ha reportado casos confirmados de ébola. Sin embargo, los antecedentes de contagios importados en países como Estados Unidos y la movilidad global actual han llevado a las autoridades mexicanas a establecer medidas de vigilancia activa para detectar cualquier sospecha temprana.

El sistema de salud cuenta con protocolos de aislamiento y diagnóstico confirmatorio a través de la red del InDRE (Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos), así como con personal capacitado en bioseguridad. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reforzado el trabajo en conjunto con países de América Latina para asegurar la preparación frente a emergencias sanitarias de origen infeccioso.

La experiencia mexicana con otras fiebres hemorrágicas como el dengue o chikungunya ha servido de base para desarrollar campañas educativas y estrategias de contención que serían aplicables también ante un eventual brote de ébola.

Factores de riesgo

El ébola no se transmite por el aire ni por contacto casual. Para infectarse, es necesario tener contacto directo con fluidos corporales de personas infectadas o superficies contaminadas. Los principales factores de riesgo incluyen:

  • Atención de pacientes sin protección adecuada, sobre todo en entornos de salud sin acceso a guantes, batas y mascarillas.

  • Participación en funerales tradicionales, donde se manipulan cuerpos sin medidas sanitarias.

  • Cuidado domiciliario de personas enfermas, sin aislamiento ni conocimiento del contagio.

  • Consumo o manipulación de animales silvestres infectados, como monos o murciélagos, que actúan como reservorios naturales del virus.

Además, investigaciones han demostrado que el virus puede permanecer en fluidos como el semen semanas después de la recuperación clínica, aumentando el riesgo de transmisión sexual. Este hallazgo ha sido clave para entender los brotes secundarios documentados tras eventos epidémicos.

También es importante considerar al personal de salud y humanitario, quienes están especialmente expuestos en zonas de brote. Para ellos, existen protocolos de vacunación preventiva y uso obligatorio de EPP (Equipo de Protección Personal).

Diagnóstico

El diagnóstico del ébola es complejo debido a que sus síntomas iniciales (fiebre, fatiga, vómitos, dolores musculares) se parecen a los de otras enfermedades tropicales comunes. Por eso, la confirmación de laboratorio es esencial para evitar diagnósticos erróneos.

Entre las pruebas más utilizadas destacan:

  • RT-PCR (reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa): detecta el ARN viral en sangre o fluidos, ideal para los primeros días de síntomas. 

  • ELISA (detección de anticuerpos IgM/IgG): útil en etapas tempranas, avanzadas o para estudios epidemiológicos.

  • Pruebas rápidas de antígeno: aunque menos sensibles, permiten cribado inicial en campo.

En México, ante un caso sospechoso con antecedentes de viaje a regiones afectadas, se activa un protocolo inmediato: el paciente es aislado y la muestra enviada al InDRE para análisis especializado. La rapidez en esta cadena de acción es fundamental para prevenir nuevos contagios.

Prevención

Evitar la propagación del ébola depende de múltiples factores. Las principales estrategias incluyen:

  • Evitar el contacto con fluidos corporales de personas sintomáticas.

  • Usar equipo de protección personal (EPP) en entornos clínicos o de atención domiciliaria.

  • Desinfectar objetos y superficies contaminadas.

  • Aplicar prácticas funerarias seguras que excluyan el contacto directo con cuerpos sin vida.

  • Vacunación para el control de brotes. Actualmente existen dos aprobadas: Ervebo® rVSV-ZEBOV y Zabdeno®/Mvabea®.

  • Educación y vigilancia para conocer los síntomas, acudir al médico a tiempo y seguir las recomendaciones sanitarias.

Aunque el ébola no representa un riesgo inmediato en México, su letalidad y la rapidez con la que puede propagarse hacen necesario mantenerse informado. Identificar sus diferencias frente a otras fiebres hemorrágicas como el dengue o el zika es esencial para prevenir complicaciones y fomentar una cultura de vigilancia epidemiológica.

Si deseas conocer más sobre otras enfermedades hemorrágicas frecuentes en nuestro país, como el dengue, te invitamos a consultar nuestro blog.

 


Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez

      Ced. Prof. 13591084

          Escuela Superior de Medicina, I.P.N. 

Revisado/Modificado: mayo 2025

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  5. Malik, S., Kishore, S., Nag, S., Dhasmana, A., Preetam, S., Mitra, O., León-Figueroa, D. A., Mohanty, A., Chattu, V. K., Assefi, M., Padhi, B. K., & Sah, R. (2023). Ebola virus disease vaccines: Development, current perspectives & challenges. Vaccines, 11(2), 268. https://www.mdpi.com/2076-393X/11/2/268 

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