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Cáncer de huesos

Es la imágen en 3D de un modelo de un hueso, en donde se visualiza una zona roja en señal de cáncer, el resto del tejido esta de color naranja y al rededor se ve de color blanco.

Para comprender el cáncer de hueso, es fundamental conocer primero cómo es el tejido óseo normal. 

Los huesos forman la estructura que sostiene todo el cuerpo, la mayoría de estos son huecos, con una capa externa dura conocida como hueso compacto (cortical) que cubre un hueso interior más esponjoso y de menor densidad llamado hueso trabecular. El periostio, un tejido fibroso, recubre la parte externa de los huesos. En el interior de los huesos huecos, existe una cavidad que contiene la médula ósea, un tejido suave y esponjoso, que se encuentra revestida por el endostio.

En cada extremo de los huesos hay un tejido más blando llamado cartílago, el cual actúa como un cojín entre los huesos, formando articulaciones junto con ligamentos y otros tejidos. 

Los huesos son extremadamente duros y resistentes, contienen dos tipos principales de células: osteoblastos, encargados de la formación de hueso nuevo, y osteoclastos, que desintegran el hueso viejo. A pesar de su apariencia estática, los huesos están en constante renovación, con el hueso nuevo formándose mientras el hueso viejo se desintegra.

La médula ósea, presente en algunos huesos, puede ser una mezcla de tejido graso y células formadoras de sangre, que producen eritrocitos o glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. También contiene otros tipos de células como células plasmáticas y fibroblastos. Cualquiera de estas células óseas puede crecer descontroladamente y desarrollar cáncer.

 El cáncer de hueso primario se origina en las propias células óseas, dentro de estos tipos se encuentran el osteosarcoma, el sarcoma de Ewing, el histiocitoma fibroso maligno y el condrosarcoma; mientras que el cáncer secundario de hueso se refiere a aquellos cánceres que se diseminan al hueso desde otras partes del cuerpo, como la próstata, la mama o el pulmón.

Clasificación del cáncer de huesos

El cáncer óseo se clasifica según el tipo de célula donde se origina. Los tipos más comunes son:

  • Osteosarcoma: es el más frecuente. En este tipo de cáncer, las células malignas se originan en el hueso. Se presenta usualmente en los huesos de las piernas o los brazos. En raras ocasiones, los osteosarcomas pueden desarrollarse fuera de los huesos, conocidos como osteosarcomas extra esqueléticos. Afecta mayormente a personas jóvenes entre 10 y 30 años, aunque un 10% de los casos ocurre en personas entre 60 y 79 años. Este cáncer es raro en personas de mediana edad y es más frecuente en hombres.
  • Condrosarcoma: se origina en las células del cartílago y es el segundo cáncer óseo primario más común. Rara vez se observa en personas menores de 20 años, pero el riesgo aumenta hasta los 75 años. Se desarrolla en áreas donde hay cartílago, como la pelvis, las piernas o los brazos, y ocasionalmente en la tráquea, laringe y pared torácica. Los tumores benignos como los encondromas y osteocondromas son más comunes en el cartílago que los malignos, pero rara vez se convierten en cáncer.
  • Sarcoma de Ewing: Es el tercer tipo de cáncer óseo primario más común y el segundo más común en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Es raro en personas mayores de 30 años. La mayoría de los tumores de Ewing se desarrollan en los huesos, pero pueden originarse en otros tejidos y órganos, como la pelvis, la pared torácica y los huesos largos de las piernas o los brazos. Este cáncer es más frecuente en personas de raza blanca y es muy infrecuente en personas de raza negra y asiática.

Entender estos tipos y sus características es crucial para el diagnóstico y tratamiento adecuado del cáncer de hueso. Cada tipo de cáncer óseo requiere un enfoque específico, que puede incluir cirugía, quimioterapia y radioterapia.

Factores de riesgo

El cáncer de hueso, aunque poco frecuente, puede ser devastador. Su causa exacta se desconoce casi siempre. Sin embargo, se ha observado que una pequeña proporción está relacionada con factores hereditarios o con la exposición previa a radiación. Se han identificado varios factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta enfermedad:

  • Síndromes genéticos heredados: como el síndrome de Li-Fraumeni y la retinoblastoma hereditaria.
  • Enfermedad ósea de Paget: afecta principalmente a adultos, altera la renovación normal del tejido óseo.
  • Radioterapia para el cáncer: puede incrementar el riesgo de desarrollar cáncer de huesos más adelante.

Diagnóstico 

El diagnóstico para el cáncer de huesos se define a partir de diversas pruebas como las siguientes: 

Radiografía convencional: es una de las herramientas más importantes para diagnosticar el cáncer de hueso. Funciona utilizando rayos X para crear imágenes del interior del cuerpo. Este método es capaz de detectar signos típicos de cáncer óseo, como la imagen del sol naciente causada por la reacción del periostio (la capa externa del hueso) o el triángulo de Codman, que son indicadores de la presencia de una masa tumoral. También puede identificar áreas líticas (donde el hueso ha sido destruido) o escleróticas (donde el hueso se ha endurecido).

Tomografía Computarizada (TAC): utiliza rayos X y computadoras para crear imágenes detalladas de secciones transversales del cuerpo. Este método es útil para detectar metástasis, especialmente en los pulmones. 

Resonancia Magnética (RMN): utiliza un campo magnético y ondas de radio para producir imágenes detalladas de los órganos y tejidos dentro del cuerpo. Es efectiva para evaluar la extensión del tumor a los tejidos blandos y el canal medular, y para ver cómo afecta a las estructuras neurovasculares y articulares. 

Tomografía por Emisión de Positrones (PET): es una técnica de imagen que detecta la actividad metabólica de las células en el cuerpo. Funciona mediante la inyección de material radiactivo, absorbido preferentemente por las células cancerosas por su alta actividad metabólica. La PET es útil para detectar metástasis y reapariciones locales del cáncer después de la resección, así como para estadificar (determinar la extensión) de las neoplasias malignas conocidas y monitorizar la efectividad de la terapia. 

Estas pruebas de diagnóstico por imagen son fundamentales para identificar la ubicación, tamaño y extensión de los tumores óseos, y para determinar si el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo. Cada método ofrece ventajas únicas y se utiliza en combinación para obtener una imagen completa de la enfermedad, lo que permite a los médicos planificar el tratamiento más efectivo.

Complicaciones

El cáncer de hueso puede llevar a diversas complicaciones que varían en función del tipo y la etapa de la enfermedad. Estas complicaciones pueden afectar significativamente la calidad de vida y la tasa de supervivencia de los pacientes. Algunas de las complicaciones son las siguientes:

  • Debilidad ósea:
    • Fracturas patológicas: ocurren en huesos sin un trauma significativo. El tumor daña la estructura ósea, haciéndola más susceptible a romperse.
  • Complicaciones por el tratamiento: la radioterapia, la quimioterapia y algunos medicamentos pueden causar efectos secundarios como:
    • Daño a los tejidos circundantes: lo que lleva a fibrosis y debilidad ósea, aumentando el riesgo de fracturas.
    • Intervenciones quirúrgicas complicadas: al extirpar tumores pueden presentar dificultades como infecciones, dehiscencia (apertura de la herida) y problemas de cicatrización
    • Neuropatía: puede dañar los nervios, causando dolor, entumecimiento y debilidad en las extremidades.
    • Fibrosis pulmonar: la exposición a la radiación puede provocar cicatrización del tejido pulmonar, reduciendo la capacidad respiratoria y causando dificultad para respirar.
    • Necrosis (muerte del tejido): lo que puede causar dolor intenso y problemas funcionales.
    • Insuficiencia renal e intestinal
    • Disfunción cardíaca: pueden dañar el corazón, llevando a insuficiencia cardíaca.
    • Fuga de líquido cefalorraquídeo (LCR) las intervenciones quirúrgicas en el cráneo pueden causar fugas de LCR, lo que puede llevar a infecciones y otros problemas.
    • Fatiga y estreñimiento.
  • Isquemia aguda de miembro inferior: la reducción repentina del flujo sanguíneo a las extremidades puede ocurrir debido a complicaciones vasculares, causando dolor y potencial daño tisular.
  • Deformidades óseas: los tratamientos y el propio cáncer pueden causar cambios en la estructura ósea, llevando a deformidades que afectan la movilidad y la función.
  • Los tumores pueden causar:
    • Crecimiento desigual de los huesos, llevando a una longitud desigual de las extremidades.
    • Desplazan vasos sanguíneos y nervios, causando estenosis (estrechamiento), oclusión (bloqueo) y formación de pseudoaneurismas (dilataciones anormales de los vasos).
    • Pueden causar dolor intenso y comprimir nervios, afectando la función neurológica.
    • Hipercalcemia, la cual ocurre cuando liberan calcio en el torrente sanguíneo, causando niveles elevados que pueden llevar a confusión, debilidad y problemas renales.
    • Déficit de pares craneales y hemiparesia, (tumores en la base del cráneo) afectan los nervios craneales.
  • Metástasis pulmonar: entre el 20%-30% de los pacientes con osteosarcoma presentan metástasis.

El cáncer de hueso, aunque raro, presenta una serie de desafíos significativos tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud. La identificación temprana y el diagnóstico correcto son cruciales para mejorar las tasas de supervivencia y la calidad de vida de los afectados. Es vital estar atento a los síntomas y someterse a evaluaciones médicas periódicas si se presentan factores de riesgo conocidos. Las pruebas de diagnóstico son herramientas esenciales para detectar y evaluar este tipo de cáncer.

Además, evitar la exposición innecesaria a radiaciones y mantener un seguimiento médico regular, especialmente para aquellos con condiciones predisponentes, puede ser crucial en la prevención y detección temprana del cáncer de hueso. 

Finalmente, es importante destacar la necesidad de un enfoque integral en el tratamiento del cáncer de hueso, que incluya no solo la atención médica avanzada sino también el apoyo emocional y psicológico para los pacientes y sus familias. La colaboración entre oncólogos, cirujanos, radiólogos y otros profesionales de la salud es esencial para proporcionar un tratamiento completo y personalizado.

 

Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez

          Ced. Prof. 13591084

          Escuela Superior de Medicina, I.P.N.

Revisado/Modificado: julio 2024 

Referencias bibliográficas

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  3. Gutama Chabla, E. R., & Altamirano Bautista, M. J. (2023). Intervenciones de enfermería en Cáncer Óseo [Universidad Católica de Cuenca]. https://dspace.ucacue.edu.ec/server/api/core/bitstreams/083694a1-ac74-4aba-b16a-3abb3ab412b2/content 
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