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Herpes zóster: ¿Qué es?

Es la fotografía de la espalda de una persona de tez blanca, que tiene lesiones de Herpes Zóster del lado derecho de la espalda.

El herpes zóster (HZ), también conocido como culebrilla, es una enfermedad que resulta de la reactivación del virus varicela-zóster (VZV), el cual permanece latente en los ganglios sensoriales espinales y craneales después de la infección primaria, generalmente en la infancia. Esta reactivación del VVZ puede tener diversas manifestaciones clínicas. 

Una particularidad única que diferencia al herpes zóster de otras erupciones dermatológicas es su presentación unilateral y su restricción a un solo dermatoma, es decir a un área específica de la piel, cuyos nervios sensitivos tienen la misma raíz nerviosa espinal provocando inflamación. 

Epidemiología

En México, la exposición inicial al virus varicela zóster suele manifestarse como varicela, especialmente en niños y la reactivación del VZV, que conduce al herpes zóster (HZ), ocurre comúnmente en adultos. Esta complicación es más frecuente en las mujeres, y en pacientes mayores de 60 años. 

Se estima que el riesgo de desarrollar HZ a lo largo de la vida oscila entre el 15% y el 30%. Se calcula que alrededor del 90% de la población ha tenido varicela en algún momento de su vida, lo que significa que muchas personas están en riesgo de herpes zóster. 

Factores de riesgo

Existen factores de riesgo que se relaciona con la reactivación del virus de varicela – zoster, entre los que se encuentran:

  • Edad avanzada: a partir de los 60 años existe una disminución en la inmunidad celular lo que aumenta la posibilidad de una reactivación. Y a partir de los 75 años la incidencia puede llegar a ser de hasta 10 casos por cada mil personas al año. 
  • Sistema inmunodeprimido o sistema inmunológico débil: puede presentarse en situaciones como inmunodeficiencias primarias, trasplante de médula ósea, medicamentos inmunosupresores, padecer cáncer o estar expuesto a radioterapia y la infección por VIH/SIDA.
  • Género: ser mujer.
  • Antecedentes familiares, de herpes zóster.
  • Enfermedades autoinmunes, como lupus eritematoso sistémico, entre otras.
  • Comorbilidades: como enfermedad renal crónica, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), diabetes mellitus, asma y depresión.
  • Traumatismos.
  • Uso de estatinas: medicamento para reducir el colesterol en sangre.
  • Infección temprana: haberse contagiado por VVZ antes de los 18 meses de edad.

¿Cómo se detecta?

Las pruebas para detectar el herpes zóster incluyen:

  • Prueba de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa): permite detectar secuencias específicas del ADN del virus varicela zóster. Se toma una muestra de tejido o líquido cefalorraquídeo (LCR) y se amplifican las secuencias específicas del ADN del virus mediante la técnica de PCR en el laboratorio. 
  • Inmunofluorescencia directa: ayuda a identificar los antígenos específicos del virus de la varicela. Se realiza en una muestra de tejido que se somete a análisis mediante la técnica de inmunofluorescencia directa en el laboratorio, donde se busca la presencia de antígenos virales específicos.
  • Cultivo: identifica la capacidad del VZV para replicarse y crecer en células cultivadas en el laboratorio. Se toma una muestra de tejido o líquido de las ampollas y se cultiva para detectar la presencia del virus 

Es importante considerar diagnósticos diferenciales como herpes simple, dermatitis por contacto, otras causas de dolor según la localización o quemaduras, especialmente cuando el cuadro clínico no es típico.

El diagnóstico del herpes zóster suele basarse en los síntomas clínicos característicos, pero estas pruebas pueden ser útiles en casos atípicos o para confirmar el diagnóstico. 

Prevención

Existen acciones preventivas que disminuyen la posibilidad de una reactivación del virus de varicela zóster, entre las que se encuentran:

  1. Vacunación

    En México, la vacuna contra el herpes zóster está disponible y se administra a adultos mayores de 50 años. La vacuna puede ayudar a reducir la incidencia y la gravedad de la enfermedad en esta población de riesgo.

    Actualmente, hay dos vacunas disponibles:
    •  Zostavax, compuesta por virus vivos atenuados
    • Shingrix, recombinante con adyuvante:
      • Esta es segura en pacientes inmunodeprimidos, ya que no hay replicación viral.
      • Puede prevenir un gran número de casos de herpes zóster y neuralgia posherpética, así como reducir las hospitalizaciones y visitas ambulatorias relacionadas. Se aplican dos dosis, con un intervalo de uno o dos meses entre cada una.
      • La eficacia de la vacuna recombinante Shingrix es del 85.5% en adultos entre 50 y 79 años. Un estudio (ensayo) de control realizado en Estados Unidos demostró una eficacia del 85,5% de la vacuna recombinante en adultos de entre 50 y 79 años. En adultos mayores de 65 años, la eficacia de la vacuna recombinante fue del 70,1% para una dosis y del 76,0% para dos dosis.
  2. Alimentación saludable: mantener una buena alimentación en términos de cantidad y calidad es fundamental para fortalecer el sistema inmune.
    • Consumir una dieta balanceada rica en frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables puede ayudar a mantener el cuerpo fuerte y resistente a enfermedades.
  3. Ejercicio regular: realizar actividad física multicomponente al menos cinco veces a la semana es clave para mantener un sistema inmune fuerte.
    • El ejercicio regular ayuda a mejorar la circulación, fortalecer los músculos y reducir el estrés, lo que contribuye a mantener al virus del herpes zóster bajo control.
  4. Seguir las recomendaciones para un envejecimiento sano y activo: No olvides seguir las ocho recomendaciones básicas para conseguir un envejecimiento saludable y activo.
    • Esto incluye:
      • Mantenerse físicamente activo
      • Socializar
      • Mantener la mente activa
      • Dormir lo suficiente
      • Controlar el estrés
      • Evitar el tabaco
      • Evitar alcohol en exceso
      • Realizar chequeos médicos regulares.

En conclusión, la prevención del herpes zóster es fundamental para cuidar nuestra salud y calidad de vida. A través de la vacunación, una alimentación saludable y el ejercicio regular, podemos reducir significativamente el riesgo de contraer esta enfermedad dolorosa y potencialmente debilitante. Es importante tomar medidas proactivas para proteger la salud y bienestar a lo largo de la vida. Al invertir en la prevención, podemos disfrutar de una vida más plena y activa, libre de las complicaciones asociadas con el herpes zóster. 


Si quieres conocer más recomendaciones de cómo cuidarte te recomendamos leer nuestro siguiente blog: Cuidados del adulto mayor: ¿cómo cuidar tu salud arriba de los 60 años?

Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez

Ced. Prof. 13591084

Escuela Superior de Medicina, I.P.N.

Revisado/Modificado: mayo 2024

Referencias bibliográficas

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