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Sobrepeso y Obesidad infantil

Es la foto de un niño con una palyera sin mangas blanca y short azul, una cinta de medición amarilla y números negros rodea la cintura.

El sobrepeso y la obesidad infantil, en México, es uno de los problemas de salud pública más importantes. 

Según la Organización Mundial de la Salud (2018, como se cita en Pérez-Ortiz et al, 2022), el sobrepeso y la obesidad se definen como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede perjudicar la salud. Ambas condiciones pueden identificarse mediante la medición de la talla, el peso y el cálculo del índice de masa corporal. La diferencia radica en que la obesidad es una enfermedad crónica y el sobrepeso un estado previo. 

La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial que se puede desarrollar en la infancia o adolescencia. En 2016, se estimó que existían 124 millones de personas entre 5 y 19 años con obesidad en todo el mundo, y que 213 millones padecían sobrepeso. 

Lamentablemente las cifras no han mejorado; México es uno de los principales países con obesidad infantil, ya que presenta un índice de 34.4% de obesidad entre la población escolar de 5 a 10 años con un 34.4%, mientras que entre los 11 y 14 años de un 35%. 

La población infantil que padece de obesidad puede sufrir complicaciones a corto y largo plazo, incluso en la edad adulta. Muchas de estas complicaciones se relacionan con la salud mental, como la baja autoestima, insatisfacción corporal, entre otras. También pueden tener una mayor predisposición para desarrollar enfermedades crónico-degenerativas como la hipertensión arterial o la diabetes.

Epidemiología

México se encuentra en el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial. Esto se relaciona con la mala elección de alimentos, lo que provoca malnutrición en la primera infancia. Como se señala “el 44% de los niños de 6 a 23 meses de edad no consume frutas ni verduras suficientes y el 59% no consume alimentos como huevos, leche, pescado ni carne” (Gobierno de México, 2021)

Lamentablemente solo 2 de cada 10 niños en edad escolar (de 5 a 11 años) consumen verduras y leguminosas.  Lo que influye en la presencia de obesidad en 1 de cada 20 niños, lo que aumenta el riesgo de padecer sobrepeso el resto de su vida y de desarrollar enfermedades cardiovasculares y crónico-degenerativas. Esta estadística aumenta con la edad, ya que los hábitos alimenticios se modifican. En México, el 92% de los infantes consumen bebidas azucaradas como jugos o refrescos. Y más del 50% consumen comida ultra procesada con altos niveles de grasas saturadas. 

Hasta el día de hoy ha sido un desafío combatir los malos hábitos alimenticios de la población mexicana.

Factores de riesgo

El sobrepeso y la obesidad infantil se relacionan fuertemente con factores de riesgo relacionados al estilo de vida sedentario y hábitos alimenticios poco saludables. Entre estos se encuentran:

  • Dieta regular de alimentos con alto contenido energético, como la comida rápida y alimentos ultra procesados.
  • Mayor tiempo frente a pantallas, como la computadora, consolas de videojuegos o televisión. 
  • Genética. Tener familiares con antecedentes de sobrepeso u obesidad, como madre, padre, o hermanos. 
  • Rutina familiar en donde el infante tiene disponibilidad a alimentos altamente calóricos.
  •  Factores psicológicos. El estrés, tanto personal como familiar, puede aumentar el riesgo de obesidad en los niños. 
  • Factores socioeconómicos. En ciertas comunidades, la falta de recursos y el limitado acceso alimentos pueden influir en las elecciones de estos.
  • Antecedentes maternos durante el embarazo 

    o   Sobrepeso u obesidad al gestar

    o   Tabaquismo en el embarazo 

    o   Lactancia materna no exclusiva.

  • Antecedente de macrosomía fetal (peso al nacer mayor de 3 500 gr).

Diagnóstico

El diagnóstico de la obesidad infantil se basa en la evaluación de la historia clínica, el examen físico y los estudios de laboratorio rutinarios. Se consideran factores como:

  • Historia clínica completa: el médico recopila información sobre hábitos alimentarios, nivel de actividad física, historial médico familiar y personal, y presencia de síntomas asociados a enfermedades relacionadas con la obesidad.  
  • Examen físico detallado: se evalúan signos de obesidad y comorbilidades relacionadas, como hipertensión o acantosis nigricans (oscurecimiento y engrosamiento de ciertas áreas de la piel). 
  • Medición de índices antropométricos: se mide la estatura y el peso del niño para calcular el Índice de Masa Corporal (IMC). 
  • Evaluación del IMC pediátrico: el IMC se interpreta en función de las tablas de crecimiento de la OMS o de los CDC, ajustadas por edad y sexo del niño. Se calcula utilizando la misma fórmula que en adultos, que es el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la estatura en metros (kg/m²). 
  • Pruebas de laboratorio: se pueden solicitar para evaluar complicaciones metabólicas como diabetes tipo 2 , dislipidemia o problemas hepáticos.

Efectos a largo plazo 

Vivir con sobrepeso y llegar a la obesidad, puede tener repercusiones severas en la salud, como:

  • Enfermedades hepáticas como hígado graso no alcohólico.
  • Hipertensión arterial (presión arterial elevada) y dislipidemias como colesterol alto, ambos relacionados con el desarrollo de enfermedad cardiovascular.
  • Alteraciones en la maduración sexual, las niñas pueden desarrollar hiperandrogenismo, síndrome de ovario poliquístico, acné e hirsutismo. 
  • Problemas respiratorios, como asma y apnea del sueño. 
  • Riesgo de intolerancia a la glucosa consecuencia del desarrollo de resistencia a la insulina y a largo plazo diabetes mellitus tipo 2.
  • Dolor articular, el peso extra puede causar estrés a las caderas, rodillas y espalda. Posibles migrañas. 
  • Ansiedad y depresión.
  • Baja autoestima.
  • Problemas sociales en la escuela (bullying).

Recomendaciones

Tu mejor aliada siempre será la prevención, es por eso por lo que te compartiremos algunas recomendaciones valiosas para la salud de tu pequeño. 

 

  • Dieta equilibrada: Llevar una alimentación equilibrada y variada, que contemple la incorporación de todos los grupos alimenticios recomendados en el plato del buen comer, es esencial para mantener una buena salud. De acuerdo con el Manual de Nutrición Infantil de la Asociación Española de Pediatría, se recomiendan las siguientes porciones:
    • 4 a 6 raciones de cereales al día, de preferencia de origen integral como la pasta o el arroz.
    • ≥ 2 raciones de verduras y hortalizas al día, como un plato de ensalada o de verdura cocida.
    • ≥ 3 raciones de frutas al día, como 1 pieza mediana de manzana o 1 taza de fresas.
    • 2 a 4 raciones al día de leche y derivados, como la leche o yogurt sin azúcares añadidos.
    • 3 – 4 raciones a la semana de pescados, carnes magras, aves y huevos, alternando su consumo.
    • 2 a 4 raciones de leguminosas a la semana.
    • Moderar el consumo de embutidos, de preferencia evitarlos.
    • Frutos secos 3 a 7 raciones a la semana, como un puño de nueces.
    • Moderar o evitar el consumo de dulces, refrescos o alimentos ultra procesados.
    • Tomar agua natural.
  • El consumo de azúcar también debe moderarse y de acuerdo con la Sociedad Europea de Gastroenterología, Pediatría, Hepatología y Nutrición, la recomendación diaria es de: 
Edad Consumo de azúcar recomendado
5 a 7 años 10 - 20 gr
7 a 10 años 22 - 23 gr
10 a 12 años 24 -24 gr

 

  • Las porciones recomendadas varían dependiendo la edad del niño y sus preferencias alimenticias. Es importante acudir con un profesional de la salud calificado para calcular los requerimientos necesarios. 
  • Etiquetado frontal de alimentos, “verificación de sellos”: En México, a partir del 2020, se estableció una nueva forma de proporcionar la información alimentaria de los productos de fabricación nacional o extrajera, con el objetivo de poder tener una advertencia clara, sencilla y visible de los nutrimientos e ingredientes críticos de los alimentos, como:
    • Calorías
    • Grasas saturadas
    • Grasas trans
    • Azúcares
    • Sodio
  • Hacer actividad física, ya sea una simple caminata o introducir a tu pequeño en actividades extracurriculares donde pueda realizar deporte.  
  • Lactancia materna: Alimentar a tu bebé con leche materna, en lugar de fórmula láctea, permite que el bebé elija alimentos menos dulces al crecer y tiene mayores beneficios para su salud y sus futuros hábitos alimenticios.

 

En conclusión, la obesidad infantil es un problema de salud pública en todo el mundo. La prevención juega un papel crucial en la lucha contra esta epidemia, y el cuidado adecuado desde la infancia puede tener un impacto significativo en la salud a largo plazo de los niños. 

Es fundamental, que los padres puedan promover hábitos alimenticios saludables, fomentar la actividad física y educar a las familias sobre la importancia de un estilo de vida activo y equilibrado. Al prevenir la obesidad desde la infancia, no solo se mejoran las perspectivas de salud de los niños, sino que también se sientan las bases para un futuro más saludable y próspero.

Para más información, te recomendamos el siguiente tema: Densitometría de cuerpo entero: análisis de la composición corporal.

 

 

Por: Dra. Gema Nandaí Nájera Valdez
          Ced. Prof. 13591084
          Escuela Superior de Medicina, I.P.N. 
Revisado/Modificado: abril 2024

Referencias bibliográficas

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